¿Deseo o posesión?

¿Pagoda o 300 SL "normalito, tipo serie Dallas"?

¿Pagoda o R 107 300 SL?

¿Es mejor tener en tu garaje el clásico de tus sueños o seguir soñando con él? Puede parecer una cuestión tonta, pero no me lo parece. Gente sabia ha dicho que «el deseo llena más que la posesión». ¿Llegará un momento en el que tu clásico te defraude y te canses de él? Mientras no lo tengas y hagas todo tipo de «cuento de la lechera» sobre qué harías con tu sueño materializado es difícil que te canses. No creo que sea el único que disfruta «comprando» en los anuncios de las revistas de clásicos. Hay algunos Mercedes que ya son casi de la familia, pues por lo visto no encuentran «familia de acogida» y los vuelvo a ver, mes tras mes, relucientes, con unos textos que invitan a la compra.

También siempre me ha picado la curiosidad por lo siguiente: ¿es mejor tener un clásico «normalito» o un coche excepcional que casi no saques del garaje por lo que pudiera suceder? Me inclino por lo de «normalito», si ello significa que uno va a poder disfrutar de su clásico. Sacarlo por ahí, dejarlo aparcado en la calle, prestárselo a un buen amigo -«todo lo que no se da, se pierde»-. De vez en cuando veo cerca de casa un Mercedes 280 SL -0 300 SL, no estoy seguro-, cuando paso en mi escúter. Un clásico que se mueve en el día a día, disputando el mismo trozo de asfalto a coches con 30 años menos. ¿Se haría lo mismo con un Pagoda de 1965? Creo que no, a menos que su dueño tuviese muchísimo dinero, tanto que no le importase que se lo rayasen o algo peor.

Visto lo visto, sueño con un 300 SL de 1985, pues un Pagoda de 1965, además de que no me lo podría permitir -el 300 SL tampoco, para que nos vamos a engañar-, estaría tan histérico -que de por sí ya lo soy- con que le pasase algo que casi no lo usaría. Me dedicaría a darle pulimento y más pulimento, lo que no está mal, pero los clásicos son para rodar, ¿sí o no?

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